La mayor mina subterránea de cobre del mundo busca reducir riesgos y mantener la producción en un contexto de restricciones de suministro y precios en alza.
El accidente en El Teniente, la mina de cobre más grande del mundo, no solo generó una profunda revisión de las políticas de seguridad, sino que también impactó las operaciones y las finanzas de Codelco. En respuesta, la estatal chilena busca acelerar la transición hacia la automatización, que en minas subterráneas presenta mayores desafíos técnicos que en minas a cielo abierto, pero que se considera esencial para mantener la producción y mejorar las condiciones laborales.
Este impulso hacia la automatización surge en un contexto global donde la oferta de cobre enfrenta serios reveses: en Indonesia, la mina Grasberg de Freeport-McMoRan suspendió operaciones tras un deslizamiento fatal; en Perú, Hudbay Minerals detuvo su mina Constancia por inestabilidad política; y en Sudáfrica, operaciones en Kamoa-Kakula se vieron afectadas por sismos e inundaciones. La producción global en minas como Escondida en Chile y Collahuasi en Perú también ha mostrado caídas, impactando la oferta mundial.
Según estimaciones de Benchmark Mineral Intelligence, las pérdidas de suministro global pueden alcanzar casi 600.000 toneladas entre septiembre de 2023 y finales de 2026, equivalente a la producción anual de una de las mayores minas del mundo. Esta restricción en la oferta, junto con un dólar más débil y políticas monetarias flexibles, ha impulsado los precios del cobre cercanos a máximos históricos, con Goldman Sachs proyectando valores entre US$10.000 y US$11.000 por tonelada en los próximos años.
El escenario plantea una fuerte tensión entre la necesidad de garantizar la seguridad y la sustentabilidad en la minería del cobre, y las dificultades que enfrenta la oferta mundial, clave para la transición energética y el crecimiento global. La estrategia de Codelco de acelerar la automatización refleja esa prioridad de adaptarse a un mercado cada vez más desafiante.


Comentarios: