El sector minero en Salta experimentó un crecimiento extraordinario desde 2019, consolidándose como uno de los principales motores económicos de la provincia. Sin embargo, expertos advierten sobre la necesidad de gestionar este auge para evitar desequilibrios y fomentar una economía más diversificada y sostenible.
Desde el inicio del “boom minero” en 2019, Salta ha vivido una transformación económica significativa. La puesta en marcha de la mina de oro Lindero, que logró su primer lingote en ese año, marcó el comienzo de una tendencia que consolidó a la minería como uno de los pilares fundamentales del crecimiento provincial. Según un estudio reciente del Ministerio de Economía, esta actividad creció un 83% en términos reales entre 2019 y 2023, aportando aproximadamente US$1.000 millones al valor agregado bruto de Salta en el último año medido.
El informe, elaborado por la Universidad Provincial de la Administración, Tecnología y Oficios (Upateco) y la Universidad Nacional de Salta (UNSa), destaca que la minería es una de las actividades con mayor expansión en este período. La investigación, dirigida por la economista Valeria Muñoz, revela que durante 2023, el Producto Bruto Geográfico (PBG) de Salta alcanzó los US$12.000 millones a precios constantes, y que la minería fue responsable del 16,3% del crecimiento económico anual, posicionándose como el segundo motor después de la actividad agroindustrial.
La serie histórica del estudio muestra un incremento progresivo en la participación del sector minero en el crecimiento económico: en 2021 aportó el 7,5%, en 2022 el 19,2%, y en 2023 mantuvo un papel destacado con el 16,3%, pese a un aumento general del PBG del 11,6%.
Uno de los aspectos más visibles del impacto minero es la generación de empleo. A enero de 2024, el sector contaba con casi 6.000 trabajadores registrados, lo que representa un incremento del 66% frente a 2021. Además, estos empleos tienden a ser los mejor remunerados dentro del sector privado formal en la provincia, lo que refuerza el peso social y económico de la minería en la región.
No obstante, la expansión acelerada también plantea desafíos. Economistas como Gastón Carrazán, vicedirector del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNSa, advierten sobre el riesgo de caer en una “enfermedad holandesa”, un desequilibrio donde otros sectores productivos no logran acompañar el crecimiento minero, generando vulnerabilidades económicas y sociales. Carrazán explicó que inicialmente el sistema económico de Salta no estaba preparado para soportar este auge, y que la diversificación debe ser una prioridad para evitar dependencias excesivas.
El informe señala que el principal reto es aprovechar las oportunidades del sector minero sin descuidar el desarrollo de otras actividades económicas. Desde el Ministerio de Economía consideran que los datos del estudio serán útiles para diseñar políticas industriales, educativas y de infraestructura que promuevan la integración y la cohesión productiva en toda la provincia.
El desafío, en definitiva, es gestionar esta riqueza de forma sustentable, garantizando que los beneficios del crecimiento minero se traduzcan en una transformación estructural que beneficie a toda la comunidad salteña. La experiencia del caso Lindero y otros proyectos a largo plazo muestran que la minería en Salta puede ser un motor de desarrollo duradero, siempre que se acompañe con políticas inteligentes que aseguren la inclusión, la sostenibilidad y la diversificación económica.
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